CRIATURAS MÍTICAS DEL CINE
CRIATURAS MÍTICAS DEL CINE
En el género fantástico es habitual que los seres humanos vayan acompañados de criaturas extraordinarias que son las que reciben toda la atención. Muchas veces son las mismas criaturas las que se convierten en protagonistas de la historia, mientras que otras tienen un papel secundario pero que, con el paso de los años, va adquiriendo mayor relevancia, hasta ser más recordadas que los propios héroes. Este artículo es un repaso a algunos de estos seres (generalmente extraídos de la mitología grecorromana) así como un repaso a su historia y naturaleza.
No hace falta viajar a la antigua Roma para encontrar a estos seres. En España tenemos a uno de estos “individuos” que a buen seguro todos hemos conocido en nuestra infancia. Estamos hablando de El hombre del saco, un monstruo típico de la cultura hispánica con el que tantas veces nos han asustado nuestras madres de pequeños.
Físicamente, El hombre del saco tiene forma humana, va cubierto con una larga túnica con una capucha que le tapa el rostro y, de ahí proviene su nombre, lleva consigo un enorme saco donde guarda a los niños que se portan mal.
Con la colonización de América, exportamos nuestras ideas al “nuevo mundo” y entre ellas la de este ente que, con el paso de los siglos fue adquiriendo una identidad propia que fue llamada Boogeyman.
Tanto uno como otro se apoyan en hechos reales, de infanticidas o asesinos en serie que mantuvieron viva la leyenda y el miedo. En el caso de El hombre del saco su inspirador fue Francisco Ortega, un enfermo de tuberculosis que en 1910 acudió a Francisco Leona para buscar una cura para su afección; Leona le recomendó beber la sangre de un niño y untarse parte de ella en el pecho. Fue así como Leona secuestró (metiéndolo en un saco) y mató a Bernardo González Parra, un niño de siete años cuya sangre serviría para curar a Ortega. Boogeyman tiene su inspirador real en Albert Fish, un estadounidense que afirmaba haber abusado sexualmente de más de cien niños pero solo fue condenado por el secuestro de Grace Budd, una niña de diez años.
Estadísticamente, el Boogeyman aparece en muchas más películas que su versión española; cosa que no es de extrañar si tenemos en cuenta que Hollywood y Boogeyman vienen del mismo país. Así pues, existe una trilogía que lleva su nombre y que se estrenó en 2005 con Boogeyman, dirigida por Stephen Kray y que tuvo dos secuelas, en 2008 y 2009 dirigidas por Jeff Bentacourt y Gary Jones respectivamente. Pero también hay ejemplos en el siglo pasado: en 1982, el mini relato de terror de Stephen King sobre este personaje, publicado en 1973 en la revista Cavalier y más tarde incluido en la colección Night Shift, fue adaptado a la gran pantalla por Jeff Schiro y sería objeto de un remake en 2010 por Gerard Lough.
Este ser también lo encontramos en Sinister (Scott Derrickson, 2012), aunque con varias diferencias, pues secuestra niños pero lo hace de una forma más violenta y sangrienta.
El hombre del saco, el español, aparece en Intruders (Juan Carlos Fresnadillo, 2011) quien a pesar de cambiar su nombre (“Carahueca”) se comporta exactamente igual que el monstruo hispánico: se esconde en los armarios o bajo las camas de los niños a la espera de poder capturarlos y llevárselos consigo. También sufre un cambio de nombre en el corto de Adrián Bogliana para la película ABC´s of death, aquí se le conoce como “el hombre de las nieves” y devora el corazón de todos los niños que no estén acostados a su hora. Sí mantiene su nombre en otro corto, en este caso dirigido por Miguel Ángel Vivas y estrenado el año pasado, titulado El hombre del saco.
Ya fuera de España, al otro lado del Canal de la Mancha, encontramos unas pequeñas criaturas conocidas por todos. En 1984, Joe Dante estrenaba Gremlins una película sobre unas adorables criaturas llamadas Mogwai que se convertían en pequeños diablillos si se les alimentaba después de medianoche o se les mojaba. Aunque se trata de una cinta estadounidense, la leyenda urbana de los Gremlins proviene de Gran Bretaña, y se originó cuando, en plena Segunda Guerra Mundial, los aviones de la Royal Air Force sufrían averías sin ningún motivo aparente. Los pilotos no encontraron más explicación que la existencia de unas criaturas diabólicas que se colaban dentro del avión y lo destrozaban.
En 1990, se estrenó una secuela de aquella película dirigida por Joe Dante y titulada Gremlins 2: La nueva generación, dando un poco de aire fresco a estas criaturas. Sin embargo, existen apariciones de estas criaturas antes de las películas de Dante: en 1963, la serie de televisión La dimensión desconocida emitió un episodio titulado “Pesadillas en las alturas” (Nightmare at 20.000 Feet), donde se contaba la historia de Bob Wilson, un hombre que en pleno vuelo advierte que hay una extraña criatura manipulando una de las alas del avión; el problema es que solo él es capaz de verlo, por lo que el resto de la tripulación lo tomaba por loco. Esta historia apareció de nuevo en la película basada en la serie que se estrenó en 1983, Twilight Zone: The Movie; y también apareció en uno de los episodios especiales de Hallowen de Los Simpsons, con Bart como el loco que veía al gremlin saboteando el autobús escolar, sin que nadie más le creyese.
No es la única película estadounidense que toma elementos de otras culturas. El hecho de que los colonos europeos diezmaran la población autóctona de América e imponiesen sus creencias, hace que Estados Unidos no tenga mitos propios y deba tomarlos de otros países. Un ejemplo sería Davy Jones, el pirata popularizado por la tetralogía de Piratas del caribe.
La primera aparición de esta criatura fue en Piratas del caribe: El cofre del hombre muerto (Gore Verbinski, 2006) y volvió a hacerlo en su secuela, Piratas del caribe: En el fin del mundo (Gore Verbinski, 2007). La historia narrada en estas películas es bastante fiel a la original: Davy Jones era un pirata enamorado de Calypso, quien le ordenó recorrer los mares ayudando a las almas de los marineros a llegar al “otro mundo”, pudiendo cesar esta labor cada diez años para reencontrarse con su amada; cuando llegó el momento, Calypso incumplió su promesa y dejó solo a Davy por lo que este, dolido, se arrancó el corazón, lo encerró en un cofre y lo lanzó al mar. Después de esto, se convirtió en el demonio de los mares, condenado a navegar en su barco, el Holandés errante, sin poder tocar tierra nada más que una vez cada década.
Ese cofre no es algo creado por los guionistas, puesto que junto a la leyenda del pirata siempre se adjunta otra, la del “cajón de Davy Jones” (Davy Jone´s Locker). Según la mitología escandinava, Jones era el dueño y señor de los mares, por lo que todo lo que había en ellos, le pertenecía; así que, cuando un tesoro caía al agua iba a parar a ese cajón del que jamás saldría.
Uno de los mayores peligros de Davy Jones era el Kraken. Un calamar gigante que, a las órdenes del pirata, emergía del mar y, con sus tentáculos, destruía cualquier barco y se lo llevaba, junto a todos sus tripulantes, al fondo del mar para que las almas de los marineros formasen parte del Holandés errante. El Kraken es quizás una de las criaturas más conocidas dentro del mundo de los marineros. Apoyados por el descubrimiento de calamares de un tamaño superior a la media, son cada vez más los que opinan que esta criatura es real; algo que la ciencia no desmiente pues el fondo marino es una región aún por explorar y se desconocen las criaturas que pueden habitar en él. Un ejemplo de estos avistamientos ocurrió en Lanzarote en noviembre de 1861, cuando la tripulación del “Alecton” tuvo un encuentro con un calamar gigante; tras varios intentos de matarlo y subirlo a bordo, el animal logró huir, dejando atrás un tentáculo de más de ocho metros de longitud.
El tamaño exacto del Kraken varía según la fuente consultada. Se ha llegado a decir que con los tentáculos ocultos bajo el mar parecía una pequeña isla, lo que hacía que fuera muy difícil escapar de su ataque, pues los marineros no veían a la criatura hasta que estaban demasiado cerca. Además de con Jack Sparrow, podemos encontrar esta criatura en otras muchas películas, aunque no como un Kraken propiamente sino como un calamar de dimensiones descomunales. En Octopus (John Eyres, 2000) un pulpo mutante ataca un submarino norteamericano, mientras que en su secuela Octopus 2: River or fear (Yossi Wein, 2001), traducida en España como Tentáculos asesinos, otro pulpo gigante echa a perder la fiesta de la independencia estadounidense.
También hace algunos “cameos” en otras producciones como Ciudadano Kane (Orson Wells, 1941), como uno de los animales que se encuentra en el zoo de Xanadu; en El señor de los anillos: la comunidad del anillo (Peter Jackson, 2001) un pulpo gigante ataca a los personajes en las minas de Moria; también en la animación de Disney Popeye (Robert Altman, 1980) un pulpo secuestra a Olivia por lo que el marinero de las espinacas deberá derrotarlo para salvar a su amada. Ya con un papel más importante lo encontramos en Furia de titanes (Louis Leterrier, 2010), aunque en esta ocasión parece más bien un híbrido entre humano y calamar.
Habría que añadir que todas las bestias que aparecen en esta película están sacadas de la mitología grecorromana, por lo que el Kraken (procedente de la cultura escandinava) no debería estar en ella.
Quién sí pertenece a dicha mitología, y por tanto sí está justificada su aparición en la película de Leterrier, es Pegaso, el famoso caballo alado, aunque aquí lo encontramos con un curioso color negro. De acuerdo a las historias de los antiguos helenos, Pegaso surgió de la sangre que emanó de la cabeza de Medusa después de que Perseo la cortase. Esta fue la única relación del caballo con el semidiós. A diferencia de lo ocurrido en película, este jamás montó a Pegaso; quien sí lo hizo fue Belorofonte para matar a la Quimera, otra criatura que también aparece correctamente en Furia de titanes y que era una extraña mezcla de león, cabra y serpiente. Generalmente se le representa con tres cabezas, dos de ellas en el lomo y la tercera (la serpiente) en la cola.
Cambiando de registro podemos hablar del centauro, un humano con la parte inferior de un caballo. Según la mitología eran hijos de Ixión, quien trató de seducir a Hera la esposa de Zeus, este se enfadó y creó una nube con la forma de su mujer, Ixión cayó en la trampa y de esta unión surgió Kentauro, quien más tarde se unió con las yeguas manganesias para crear a los centauros.
De entre todos los centauros destacaban cuatro: Quirón, Folo, Croto y Neso. El primero se caracterizaba por su sabiduría y por ser el maestro de muchos héroes, entre los que destaca Hércules (o Heracles), hijo de Zeus; Croto y Folo también eran poseedores de una gran sabiduría además de mantener una estrecha relación con Hércules, por lo que muchos tienden a pensar que estos tres centauros eran uno solo. Neso sin embargo tuvo algún contratiempo con el hijo de Zeus: el centauro trató de secuestrar a Deyanira, la esposa de Hércules; cuando este lo supo mató a Neso, pero antes de morir le dio un poco de su sangre a la mujer pidiéndole que la guardase por si su marido le era infiel; cuando esto ocurrió, Deyanira untó la sangre en la túnica de Heracles, quien al ponérsela comenzó a arder.
Los centauros no son los personajes mitológicos más populares, eso explicaría porque apenas aparecen en el cine fantástico. Dejando de lado Furia de titanes, cuya historia gira en torno a la teogonía grecorromana, es difícil ver a estos medio-humanos en la gran pantalla. Si tienen algo más importancia en la saga de Harry Potter, donde podemos ver varios de estos seres pero solo hay cuatro claramente identificados: Bane, Ronan, Magorian y Firenze. El primero de ellos es conocido por su inteligencia y capacidad para predecir el futuro gracias a las estrellas, don con el que conoció el futuro de Harry; Ronan, al igual que Bane, recela de los humanos aunque defendió a Hermione y Harry de los otros centauros; Magorian era el líder de la comunidad de centauros del Bosque Prohibido y fue uno de los que más sintieron la “traición” de Firenze por intentar ayudar a los magos.
En el caso de Las crónicas de Narnia, los centauros suelen estar vinculados al ámbito militar y los más importantes poseen un rango distinguido dentro de la jerarquía del ejército, estamos hablando de Glenstorm y Oreius. Además de estos, aparecen otros centauros pero generalmente como personajes de relleno, sin apenas diálogos.
En el libro de Lewis (y en su adaptación cinematográfica) también encontramos otras criaturas míticas como por ejemplo los faunos, unas deidades romanas consagradas al bosque y a sus animales. Físicamente tienen una apariencia similar a la humana, salvo que sus piernas son de macho cabrío (algunos autores los han descrito también con cuernos). En Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (Andrew Adamson, 2005) el primer “narniano” que encuentra Lucy tras atravesar el armario mágico es Tummus, un fauno que hace de guía turístico a la pequeña contándole historias de la Narnia antigua, antes de la llegada de la Bruja Blanca.
Totalmente distinto a este es el de la película de Guillermo del toro El laberinto del fauno (2006). Este fauno es, en apariencia, muy parecido al de la mitología romana, aunque sus rasgos están mucho más marcados dándole un aspecto más tenebroso acorde con el tono general de la película; no obstante, sí posee conocimientos sobre los árboles, las plantas y demás seres vivos, como demuestra al intentar curar a la madre de Ofelia con una mandrágora, una flor utilizada por muchas religiones con fines curativos.
Volviendo atrás, al chico de la varita y la cicatriz del rayo, en 2003 salía a la venta Harry Potter y la Orden del fénix, el quinto libro de la saga de magos que dio fama mundial a J. K. Rowling. Si los centauros y los faunos son los menos representados en el cine, el ave fénix es todo lo contrario, o por lo menos una de las más conocidas por la sociedad. En la mencionada saga, “el ave que resurge de sus cenizas” es un animal bastante recurrente: para empezar, las varitas de Harry y su némesis Lord Voldemort están fabricadas con sus plumas; el director de Hogwarts, Albus Dumbledore, tenía un fénix llamado Fawkes, el cual ayudó a Harry a huir de la Cámara secreta y usó sus lágrimas para curar el veneno del basilisco, una serpiente gigante con un veneno mortal y capaz de matar de con la mirada (igual que Medusa) y con un aliento que marchitaba las flores y rompía las piedras.
De acuerdo a la leyenda, las lágrimas del fénix tienen propiedades curativas, por lo que no es extraño lo que se describe en el libro. Pero sin duda alguna, su característica más conocida es la de resucitar, que lo ha convertido en un símbolo de vida después de la muerte, por lo que ha sido incluido en numerosas religiones.
En el cristianismo, por ejemplo, el fénix vivía en el Jardín del Edén junto a Adán y Eva, cuando estos cometieron el “pecado original” un rayo impactó sobre su nido haciendo que muriese; pero al tratarse del único animal que no había probado la fruta prohibida Dios decidió perdonarle y le devolvió la vida.
Mayormente el fénix ha aparecido como una metáfora, como un símbolo del renacer, de algo que es destruido y vuelve, como es el caso del avión de El vuelo del fénix (Robert Aldrich, 1965) que después de aterrizar forzosamente en el desierto es “reciclado” para construir un nuevo avión, el Phoenix.
El “ave que resurge de sus cenizas” parece ser muy famosa en Japón, un país que también ha resurgido con un gran potencial después de la Segunda Guerra Mundial. Así por ejemplo en la película Ranma ½: el equipo de Ranma contra el legendario fénix (Junji Nishimura, 1994) basado en un capítulo de la serie, cuenta cómo Kuno compra un huevo de fénix que al nacer hace su nido en el tejado del instituto; en Fairy Tail: la doncella del fénix (Masaya Fujimori, 2012), Éclair llega al país que da nombre a la película, allí debe entregar dos Hôôseki (piedras de fénix).
En nuestro cine también aparece el ave fénix. En el corto de Carlos Alonso, Ave Fénix (1995), un ornitólogo viaja a los montes gallegos en busca de una extraña águila real. Soñando al fénix (Fernando Múñez, 2002), nos cuenta el regreso del rey Kiol Dan Kar (apodado “el fénix”) que resucita un siglo después de su muerte causando la división en la ciudad entre partidarios y detractores.
Para acabar este artículo podríamos hablar sobre el grifo. Una criatura majestuosa, con la mitad superior de un águila, con plumas doradas y un pico afilado, y la inferior de un león, con pelaje amarillo y unas fortísimas garras. El hecho de combinar al león (rey de la selva) con el águila (rey del cielo) hace que este animal sea símbolo de poder y fuerza, atributos que en algunas creencias también eran asignados a los dioses.
La visión científica sostiene que provienen de los restos fósiles de los ceratópsidos, una familia de dinosaurios cuyo aspecto recuerda bastante al del grifo. Es posible que las antiguas civilizaciones, al encontrar sus fósiles y ante el desconocimiento de la existencia de los dinosaurios, pensasen en el ser vivo del que procedían con la forma que actualmente damos a los grifos.
La dieta de los grifos se basaba exclusivamente en caballos. En algún momento de la historia, esto evolucionó hasta crear el hipogrifo, mitad águila y mitad caballo.
Ambas criaturas son buenas como montura, pero los hipogrifos, al tener parte de corcel, eran mejores a la hora de llevar a alguien sobre su lomo. Adiestrar a estas criaturas era una tarea bastante complicada y dificultosa, sin embargo una vez conseguido, se creaba un vínculo irrompible entre jinete y fiera.
Precisamente como animal de monta encontramos a Buckbeak en Harry Potter y el prisionero de Azkaban (Alfonso Cuarón, 2004), con Harry como pretendiente para ser su jinete. También aparece en el libro de Lewis Carrol Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas (1865), sin embargo no apareció en la adaptación de Disney; sí lo hizo en la de Tim Burton, pero en un mural de la sala del trono de la Reina Roja.
Obviamente existen muchas criaturas más que podríamos nombrar aquí: dragones, elfos, hadas, dragones, minotauros, cíclopes,… el cine fantástico, y en muchas ocasiones otros géneros, están llenos de ellos. Es una tarea hercúlea enumerarlos a todos, más si tenemos en cuenta las diferentes versiones que diferentes autores han ido dando de una misma criatura. Aquí están reflejadas algunas de las más representativas, tanto por su aparición en la gran pantalla como por su importancia y fama para aquellos que van a verlos actuar en las películas.